Cuando llevamos tiempo intentado resolver un problema, con nosotros mismos o con otros y no lo conseguimos es que probablemente estemos empleando una y otra vez las  mismas soluciones, con  lo que obtenemos más de lo mismo. Un primer paso para darnos cuenta y empezar el cambio es preguntarse ¿Cómo empeorar deliberadamente la situación?
Esta técnica representa la mayoría de las veces, el primer paso que uno debe hacer para producir reacciones alternativas a las que están en curso.
La técnica se expresa al preguntarse repetidamente, durante algunos días: “¿Cómo podría empeorar las cosas?, ¿cómo podría, si quisiera, voluntaria y deliberadamente, incrementar la situación problemática en la que me encuentro?, ¿cómo debería pensar o no pensar para empeorar aún más las cosas?”.
Al realizar este tipo de preguntas, la persona que se encuentra en una situación difícil y aparentemente sin solución se obliga a tratar de orientar la propia construcción estratégica hacia el objetivo de empeorar la situación en vez de mejorarla.
El efecto normalmente de esto puede ser de dos tipos:
  1. La persona descubre toda una serie de modalidades de pensamiento y de acción para empeorar la situación. En este caso sabrá que tendrá que evitar hacer o pensar, y esto es ya una forma de detener las eventuales “soluciones intentadas” que mantienen o complican el problema;
  2. muy a menudo, cuando estimulamos nuestra fantasía en la dirección de complicar nuestros problemas, surgen involuntariamente soluciones alternativas nunca imaginadas hasta el momento. Éste es el efecto, bastante conocido, de recurrir a la lógica paradójica en la comunicación entre la mente y la mente misma.

     Lao Tsé, hace 4000 años aproximadamente, afirmaba: si quieres enderezar algo, primero intentar retorcerlo aún más”.