Se trata de un escritor de novelas que en un determinado momento no consigue sacar adelante su obra. Cuenta que tiene la inspiración completamente bloqueada, y que cada vez que se pone delante del ordenador es incapaz de escribir cuatro frases para su nueva novela, cuya entrega por otra parte ya se haya pactada con un editor. Además, está muy preocupado porque ya ha retrasado más de un año la entrega del manuscrito, alegando distintas excusas, desde problemas de salud a problemas familiares. El editor se ha mostrado muy comprensivo, pues se trata de un autor de prestigio, pero ahora está empezando a presionar teniendo en cuenta además el importante anticipo ya entregado a cuenta de la obra. Lo que el autor considera más preocupante es que siempre ha utilizado una técnica que le ha permitido realizar su trabajo sin grandes esfuerzos; en cambio ahora esta estrategia está fracasando por completo. Normalmente pensaba en primer lugar en la trama de la historia, después la articulaba en una secuencia temporal y empezaba a escribir los capítulos uno a uno. Por lo general el final de la historia llegaba como consecuencia de cuanto había narrado con anterioridad. En otras palabra el autor no decidía el final antes de ponerse a escribir la novela, porque prefería dejar libre a la imaginación para desarrollar la trama, y construir así un final que fuera consecuencia directa del proceso. En aquel momento, desgraciadamente, después de haber escrito el primer capítulo y elegido el título de la nueva novela, se había bloqueado y era incapaz de darrollar la trama, capítulo por capítulo, hasta el final. Además, ni siquiera el capítulo que había escrito le entusiasmaba. Tenía la sensación de que había perdido la inspiración, y muchas veces había pensado de que era el momento de poner fin a su brillante carrera de escritor y dedicarse tal vez a la critica o a otra cosa.
Al aplicar la fases del Probelm Solving Estratégico a este caso concreto, el punto más critico que se presentaba era la absoluta fidelidad del escritor al método utilizado hasta entonces con éxito y la consiguiente incapacidad para hallar una alternativa a su modo de proceder en la escritura de una novela. A la pregunta técnica de cómo empeorar, el escrito respondió que era suficiente continuar como hasta entonces, puesto que ya había realizado su pero fantasía. Igualmente al imaginar el escenario más allá del problema, la imagen ideal era tener muy clara en la cabeza toda la trama, incluido el final de su historia.
Llegados a este punto y aplicando la técnica del escalador, dado que al menos el título del libro estaba claro, procedimos a analizar cual sería el mejor final para una obra de este tipo. Discutimos un rato mientras el autor, acosado por mis preguntas, empezaba a proponer algunos finales adecuados, y yo a su vez le comentaba las sensaciones que cada uno de ellos me sugería. Al cabo de más de media hora, llegamos a coincidir en el final más idóneo entre todos los propuestos. Entonces le sugerí que escribiera con la capacidad literaria que poseía, las últimas páginas del libro, que mentalmente ya había elaborado en su conversación conmigo. El autor intrigado siguió mi indicación.
Antes de una semana me trajo siete páginas escritas que constituían un buen final para el libro. A continuación empecé a discutir con él sobre cuál podría ser el mejor posible capítulo anterior a ese final. Seguimos discutiendo hasta que le propuse un fragmento de trama que se adaptaba perfectamente al final. De nuevo le sugerí que lo pusiera todo por escrito.
Como habrá comprendido el lector el trabajo se prolongó a lo largo de siete encuentros, centrado cada uno en la construcción de un capítulo, procediendo desde el final de la novela hasta el principio. No le permití que lo leyera todo, esta vez desde el principio hasta el final, hasta que la estructura de la obra estuvo completa. con gran sorpresa por su parte, al escritor le gustó realmente la novela. Cuando el editor recibió la obra se quedó entusiasmado, y le dijo que había observado una interesante evolución en su forma de escribir.
Transformar nuestro modo de pensar en una modalidad inusual, a la que atenerse siguiendo un procedimiento riguroso, es una de las mejores maneras de desbloquear nuestras trampas mentales.
Fuente:Problem Solving Estratégico. Giorgio Nardone. Ed: Herder.
Deje su comentario