Muchas veces hemos oído decir o hemos dicho “estoy obsesionado con tal cosa”, o “no me puedo quitar esto de la cabeza”. Esto es algo que ocurre con frecuencia y es muy normal. Cuando algo nos preocupa normalmente ocupa la mayor parte de nuestros pensamientos, incluso si queremos distraernos y no pensar en ello durante cierto tiempo.

Podríamos definir las obsesiones como pensamientos intrusivos y recurrentes que crean una conciencia de alarma o amenaza. Los contenidos de estos pensamientos se refieren habitualmente a la agresión y pérdida de control, a hacer daño, a la negligencia, a ser poco honrados, a los accidentes, a la sexualidad, a la religión, a la contaminación y a las enfermedades. Por ejemplo estando seguros de no haberlo hecho podemos pensar: “¿he atropellado a alguien con el coche al pasar por el paso de peatones?” o “si pierdo el control y le hago daño a tal persona”… Normalmente la persona que lo sufre reconoce la estos pensamientos como irracionales.
Una de la características que suelen acompañar a las obsesiones es la rumiación. Nos invade un pensamiento y según el contenido de este entramos en un bucle de preguntas y respuestas sin fin. Por ejemplo: “¿habré atropellado a alguien?”, ¿y si lo atropellé y no me di cuenta?”, “¿me estaré volviendo loco/a?”…. Intentamos encontrar respuestas a nuestras preguntas para así calmarnos y conseguimos exactamente lo contrario.
Parece ser que una vez y entramos en el torbellino de la obsesión nuestra atención se vuelve muy selectiva hacia la información amenazadora relevante y deshecha aquella otra información que pueda invalidar el contenido de las obsesiones.
El estado de ánimo también influye en la frecuencia y en el malestar ocasionado por los pensamientos intrusivos. Un estado de ánimo negativo se relaciona con un aumento y frecuencia de estos pensamientos y la valoración inadecuada de los mismos.
Lo que nos ocurre en nuestro día a día también interviene en lo que pensamos, así eventos estresantes como perder cosas, ser rechazados o criticados, estar enfermo, dormir poco, ruidos, etc, pueden iniciar o aumentar bucles rumiativos.
Lo que si parece ser central en este problema es que la persona se fusiona completamente con el contenido de sus pensamientos. No tiene la capacidad para observar sus pensamientos como lo que son, simplemente pensamientos. Esta fusión del individuo con su pensamiento le hacer creer que si piensa tal cosa esto inevitablemente le lleva a realizar el acto que ha pensado. Esto a pesar que su experiencia anterior le ha demostrado reiteradamente que no es así.

Existen distintos tratamientos y estrategias para los problemas obsesivos. Estos intentan desactivar las soluciones puesta en marcha por el individuo y establecer una nueva relación con sus eventos internos y las interpretaciones que hace de los mismos. Lo que se consigue es que con el trabajo tanto en consulta como diario la persona adquiera nuevas herramientas que cambien su percepción del problema y que poco a poco desaparezcan los pensamientos que le perturban.
alguna estrategia para liberarnos de esos pensamientos recurrrentes?
Una estrategia adecuada requiere conocer a la persona y su problema concreto, para que esta sea a medid y sea eficaz. No obstante te propongo, teniendo en cuenta lo anterior,que siempre que tengas un pensamiento cojas lápiz y papel y lo escribas, no de manera escueta, al contrario, desarrollándolo y describiendo sus matices.