La mente contra la naturaleza








El trastorno por erección en el varón o disfunción eréctil se caracteriza por una incapacidad, persistente o recurrente, para obtener o mantener una erección hasta el final de la actividad sexual. Esto provoca un malestar significativo o dificultades de relaciones interpersonales.

Diferentes estudios nacionales e internacionales sitúan la prevalencia (número de casos existentes en la población) de la Disfunción Eréctil entre un 13 y 52% cuando la edad es comprendida entre los 40 y 70 años. Sólo el 18% de los afectados suele pedir ayuda para resolver este problema.
Existen muchas patologías asociadas a este problema y en este caso se debería consultar con un médico.
 Ocurre también que muchas veces se consiguen erecciones normales y satisfactorias fuera del marco de una relación sexual y que no es así cuando estamos en una relación.En este caso deberíamos buscar la causa de la disfunción en nuestra mente y en nuestro intento por solucionar el problema. La solución más habitual es empeñarnos en hacer de manera voluntaria aquello que tiene que ocurrir de manera espontánea, con lo que conseguimos, pardójicamente, bloquearla y que no ocurra. El empeño mental de controlar aquello que tiene que ocurrir de manera natural hace el efecto contrario. Una vez más una herramienta muy habitual, el control, nos juega una mala pasada.
Uno de los casos frecuente de disfunción eréctil es lo que en Terapia Breve Estratégica identificamos como “Ansiedad de Prestación”. El sujeto después de un fracaso se pone continuamente “a prueba” y de esta manera inhibe la reacción fisiológica gracias al esfuerzo de provocarla. En otras ocasiones después de varios fracasos y ante la creciente ansiedad por solucionar el problema el sujeto evita mantener relaciones para así no exponerse. Cuando se decide a mantener una relación, nuevamente se evalúa con lo que consigue el mismo efecto antes mencionado.
Otra tipología identificada es la “impotencia coeundi”. Se trata normalmente de sujetos con pareja estable que teniendo erecciones normales no consiguen  llegar a la penetración. La solución empleada instintivamente y que lleva al fracaso es esforzase en tener una erección voluntariamente.
La “impotentia erigendi se produce en aquellos casos en que la erección en sí es difícil de obtener. Es de especial relevancia abordar el problema en su totalidad e indagar en posibles síntomas depresivos asociados.
En el tratamiento es de especial relevancia indagar qué modalidad prevalece y ajustar las indicaciones a la misma. Una vez más lo que parece de urgente necesidad es bloquear las soluciones puesta en marcha por el sujeto que lejos de resolver el problema lo están agravando.