La Renuncia. Un signo característico de la depresión.
El término depresión indica la ruptura de un equilibrio y la consiguiente caída hacia abajo del estado de ánimo, una “hondanada” percibida como abatimiento.
La persona que sufren  este trastorno pierden  interés por cosas que antes realizaba y que incluso le producían placer. Normalmente  comienza abandonando las actividades placenteras para luego abandonar también las actividades cotidianas y de primer orden. Se produce un movimiento ondulatorio como cuando tiramos una piedra a un estanque que poco a poco va cubriendo todas las áreas de la persona.
El signo característico, por tanto, es la renuncia. La persona queda paralizada por el rechazo a hacer cualquier cosa. El comportamiento está ralentizado, desmotivado, la ideación es negativa; el placer, en cualquiera de sus formas, está ausente; el humor se halla caracterizado por una general ausencia de esperanza: la posición de quien ahora solo puede padecer. En definitiva el paciente es una marioneta con los  hilos cortados.
Llegados a este momento la persona adopta una postura de espera. No tiene iniciativa para hacer algo que lo saque de este estado, pero espera que surja algo que si le ayude a avanzar. Ese algo que produzca el cambio puede ser una tercera persona, la casualidad, el destino… Una vez más esperando, renuncia a hacer nada.
Detrás de la renuncia está la creencia, un pensamiento estructurado por el que la persona se siente víctima de algo que no puede combatir o superar.
Muchas personas han superado este estado de abatimiento y han producido un cambio ondulatorio en sus vidas en otra dirección. Desde la Terapia Breve Estratégica se entiende, que este, como muchos otros trastornos se mantiene gracias a las soluciones intentadas fallidas, puestas en marcha por la persona como por su familia. Por otro lado muchas veces nos perdemos buscando el origen, la causa inicial y olvidamos mirar  que es lo que está manteniendo en la actualidad el trastorno, cuales son esas soluciones que hacen que persista.
Una de las líneas de investigación más prometedoras en el tratamiento de la depresión es el Mindfulness. La persona deprimida pasa mucho tiempo pensando, en lo que es en la actualidad y lo que debería ser, en lo que podría hacer y no puede hacer porque le falta motivación. Inmersos en los pensamientos olvidan mirar a su alrededor, conocer su entorno, vivir el momento y no estar viajando continuamente merced a los pensamientos de turno.
El Mindfulness ayuda a mantener la atención en el momento presente, a vivir el aquí y ahora. Otra de las hipótesis es que el Mindfulness nos ayuda a mantener una realción distinta con los demás y sobre todo con nosotros mismos. Se produce una  sintonía con nuestro mundo interior, aprendemos a vernos tal cual somos y a no juzgarnos tan críticamente.
Bibliografía:
MURIANA, PATTENO, VERBITZ, Las caras de la depresión, Herder, Barcelona, 2007.
SEGAL, WILLIAMS, TEASDALE, Terapia Cognitiva de la depresión basada en la conciencia plena, Desclée, Bilbao,2006

SIEGEL J., Cerebro y mindfulness, Paidos, Madrid