La infidelidad
Terminar con una relación sentimental no es tarea fácil. Muchas veces esto no es aceptado por una de las partes y el final de la relación se puede convertir en algo traumático. Las causas que argumentan este final pueden ser muchas, desgaste, desavenencias de distinta índole, infidelidades… Una infidelidad se vive como una rotura, se rompe algo que se había construido entre dos, se rompe algo fundamental en una relación, la confianza. Si tras este hecho deciden dar por terminada la relación la persona que ha sufrido este trauma debe gestionar una serie de emociones que pueden verse como contradictorias.
La persona que sufre se siente como si hubieses caído, como si hubiesen roto un sueño, un espejismo. Cómo Aquiles se cría invencible, pero de repente, cuando menos lo esperaba rompen su talón, cae en la arena y no puede levantarse. Se lamenta de estar hundida, tirada en la arena, pero no puede hacer nada para levantarse. Lamentarse se convierte en la solución, aún viéndose contra el suelo vive mirando hacia atrás, hacia lo que fue su vida antes del fatídico zarpazo. 
La rabia puede aparecer temprano, rabia contra si misma o contra los demás, su pareja o la tercera persona. Canalizar esta rabia se convierte en una necesidad, usar esta energía en algo constructivo parece lo adecuado, pero para ello antes debemos aceptar la situación, el autoengaño se ha roto.
La infidelidad
El dolor hace su aparición cuando somos conscientes de lo sucedido y el dolor como la rabia también necesita su espacio en nosotros. Una de las tentativas más frecuentes de las personas para no sufrir demasiado es intentar alejarse de los recuerdos que le ligan a quienes han perdido. Las personas se esfuerzan el olvidar, creen que es la mejor manera para mitigar el dolor, sin embargo, cuanto más nos esforzamos en olvidar, más acabamos por producir el efecto contrario; cuanto más nos esforzamos en borrar los recuerdos fuente de dolor, más descubrimos que cada estímulo, incluso el más insignificante, es capaz de traer a la mente la persona amada y perdida. Esta lucha por apartar nuestros pensamientos hace que estos inunden nuestra mente ya que “pensar en no pensar es pensar dos veces”.
La aceptación del dolor es el primer paso para trabajar ante este tipo de rupturas. Aceptar también que en estas situaciones las emociones emergen a nuestra conciencia y que por mucho que intentemos dar una explicación a lo sucedido no la encontraremos. Intentar dar explicación a estos sucesos no hace más que abrir la desesperación, nos enmarañamos en un sin fin de preguntas y repuestas. Debemos asumir que no todo está bajo nuestro control y que como decía el filósofo: “el corazón tiene razones que ni la propia razón entiende” (Pascal).
El tratamiento en este tipo de problemas pasa por sintonizar con la persona que sufre, por entender su rabia, dolor y desesperación. Pasa por acompañarla, guiarla a observar la realidad de donde se encuentra en este momento, sólo desde ese punto se puede caminar hacia adelante. Tanto la comunicación como las estrategias deben ayudar a la persona a pasar por este trance, pasar por el medio es la manera de dejarlo atrás.