“…. en el estudio de lo humano el pasado no existe sino como algo que se relata en el presente y, por lo tanto, no es contenido puro sino que también encierra un aspecto relacional. Al intervenir en una interacción real en el presente, el relato acerca del pasado también puede constituir un material para el juego del presente. La verdad, la selección y la distorsión son menos importantes para comprender la interacción actual que la forma en que el material se utiliza y el tipo de relación que define”. Watzlawich, Bavelas, Jackson.Teoría de la comunicación humana. Editorial: Herder.
Cuando intentamos explicar lo que nos ocurre en el presente muchas veces miramos al pasado, buscamos las respuestas en lo que hicimos o dejamos de hacer. La creencia más habitual es pensar que si encontramos la causa de lo que nos pasa esta también nos revelará la solución. El pasado no deja de ser algo que ya hemos vivido y que por lo tanto vive gracias a nuestros relatos del presente. Conocemos que los recuerdos son construidos y que cuando aseguramos que tenemos una imagen exacta de lo que nos ocurrió esto no es del todo cierto, ya que los recuerdos están mediados por experiencias, vivencias, interacciones ocurridas desde el suceso hasta el presente.
Los problemas no son inmunes al paso del tiempo y se van tejiendo conformen avanzan. Se tejen tanto que luego se mantienen independientemente de su origen. Steve de Shazer explicaba que cuando se nos escapa un caballo del establo tenemos dos opciones: salir en busca del caballo lo antes posible o quedarnos en el establo averiguando por donde salió, que tablas rompió, mientras el caballo se aleja cada vez más.

Si nos dejamos llevar sólo por el contenido y no atendemos a la relación, el psicólogo puede caer en la misma trampa en que ha caído la persona que sufre y enredarse juntos en los entresijos de las historias ya vividas.
El presente debe mirarse con los ojos del presente si los miramos con los ojos del pasado será un rehén más de nuestro pasado.
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