En la mitología griega Atlas era un joven titán al que Zeus condenó a cargar sobre sus hombros con los pilares que mantenían la tierra separada de los cielos. Demasiado peso, pienso, incluso para un titán, del cual se cuenta que gemía de cansancio y dolor; pero no podía hacer otra cosa, estaba condenado.

La mujer atlas ha sostenido su mundo y el de los otros, se ha sentido extenuada, pero ha dado por hecho que ese era su trabajo. Los otros también lo han dado por hecho y de tanto verla cargar creían que era su manera natural, que esto no era un esfuerzo y lejos de ayudarla a sostener la carga le han proporcionado algo más de peso.
Ocurre que los años pasan la mujer sigue cargando, pero el resto se va dispersando. La pareja sigue con sus intereses, centrado en sí mismo y sin ver el esfuerzo de su mujer. Sale con su amigos o se entretiene en con la TV y, en ocasiones, “Atlas” siente que presta más atención a cualquier cosa que a ella. Los hijos crecen, tienen amigos, salen, se divierten y cuando llega el momento parten de casa. Y “Atlas” sigue cargando, como ha hecho de aquí para atrás.

Cuando alguien está acostumbrada a cargar durante tantos años es muy difícil dejar de hacerlo. Es incluso hasta contraproducente hacerlo de repente, se puede desestabilizar, debe descargar el peso poco a poco.
“Atlas” ahora que se siente agobiada, asfixiada, extenuada debería preguntarse “¿Si yo soltase este peso, si yo dejase de cargar con este mundo, este se derrumbaría o seguiría girando? ¿Los otros se derrumbarían para siempre o harían uso de sus recursos para seguir adelante?
Deje su comentario