Hablamos aquí de un caso resuelto por el profesor Nardone. Para ello analiza las soluciones puesta en marcha por la familia de un paciente depresivo, es decir, “como” funciona el problema y propone algunas estratagemas.
Llega desde el sur de Italia una familia, que más bien es un conjunto de familias conformado por tres hermanos con sus respectivas familias y los padres ancianos de éstos. Todos viven en la misma casa, cada uno en un piso diferente.
El problema que me presentan es que uno de los hermanos, quien, según afirman ellos, cayó en depresión hace algún tiempo.
Como sucede con frecuencia con esta patología, los intentos para solucionarla, son generalmente, la tendencia del sujeto depresivo a lamentarse y a hacerse la víctima, contrarrestada con la actitud consoladora y proteccionista por parte de los familiares.
Esta tipología comportamental, como el lector comprenderá, está aún más enfatizada, en este caso, por la particular cohesión de este grupo familiar tan numeroso.
Al final de una interminable consulta, durante la cual cada uno de los integrantes de las cuatro familias se prodigó en expresar su afecto por el paciente y la auténtica disponibilidad de hacer cualquier cosa para ayudarlo, les asigno la siguiente prescripción:
Considerados todos sus amorosos cuidados y su disponibilidad, creo que todos estarán dispuestos a llevar a cabo undepresivoa labor muy difícil pero definitivamente importante para él.
“ De aquí a la próxima sesión, todas las noches, antes o después de la cena, deberán reunirse todos. Se encontrarán en algunos de los salones de su casa, preferiblemente en el de la mamá y de papá, y se ubicarán en en asientos enfrente del paciente, quien estará de pie. Activarán una alarma para que suene media hora más tarde. Deberán permanecer en riguroso silencio, escuchando. Usted – dirigiéndome al paciente – tendrá media hora para lamentarse todo lo que quiera y ellos estarán oyéndolo; usted podrá hacerles saber lo mal que se siente cuando se deprime, cuando todo parece oscuro, nada parece ir del modo indicado y nada logra darle alegría, etc. Deberá evitar hablar del problema a lo largo del día, ya que tiene el espacio nocturno para ello.
Después de dos semanas la extensa familia regresó relatando:
Sí, las primeras noches se lamentó mucho, pero unos días después no encontró de que más lamentarse. La otra noche nos contó algunos chistes y nos hizo reír mucho, como lo hacía siempre antes de la enfermedad.
Entonces le pregunto al paciente como se sintió:
Sabe, lo más extraño es que de repente, un día cualquiera, comencé a ver y a sentir todo como antes, y me pregunté como era posible haber estado tan mal. No me falta nada, tengo una familia bellísima, incluso usted lo puede ver, ¿verdad?. Tengo una bella mujer que me ama, no tengo problemas económicos, puedo hacer lo que quiero. ¿Usted me puede explicar lo que me pasó? ¿Por qué dejé de valorar todo esto?
Esta es la antigua estratagema de “mover la hierba para que las serpientes escapen”.
También en este caso, después de esta primera “experiencia emocional correctiva”, se produce una reestructuración gradual de las modalidades perceptivas reactivas del sujeto, conduciéndolo, mediante otros ejercicios específicos, a la creación de un nuevo y funcional equilibrio personal.

En este caso la estratagema empleada, que denominamos el púlpito, se convierte en un medio para que el paciente exprese sus quejas, pero en un formato establecido. Conseguimos que lo que hace de manera espontánea lo haga de manera deliberada con lo que poco a poco el síntoma se va diluyendo. Al vez se va produciendo una reestructuración, el paciente percibe su realidad de manera más funcional, se siente más cómodo ante la misma realidad. Posteriormente se trabajará con estratagemas adecuadas para que vaya afrontando su vida.