Resumo aquí un caso llamado “El Increíble Hulk”.
Se trata de un niño de 5 años que es derivado a psicología porque su padrastro se opone a que sea internado, como habían propuesto en el departamento de psiquiatría.
A la primera sesión acudió la madre y sus dos hijos. El terapeuta pidió al niño que ejemplificara en la sesión una de las sesiones a fin de mostrar cómo eran. El niño dijo que haría el Increíble Hulk. Para ello infló el pecho y empezó a gritar y golpear los muebles. Se le dijo a la madre que actuase como solía hacerlo y esta empezó a calmarlo e intentó llevarlo a otro cuarto como haría en casa, cosa que fracasaba ya que él gritaba con más intensidad.
Se solicitó luego a madre e hijo que simularan que el chico tenía una rabieta y la madre se lo llevaba a otro cuarto, tras lo cual cerraría la puerta de ese cuarto y comenzaría a abrazarse y besarse. Lo hicieron en dos oportunidades; a continuación, la terapeuta pidió a la madre que fingiera tener ella una rabieta; el chico debía abrazarla y apaciguarla. Se pidió posteriormente a ambos que hicieran lo mismo todos los días por la mañana antes de ir al colegio: el chico fingiría una rabieta y la madre lo consolaría y a su vez la madre fingiría una rabieta y el chico la consolaría. Una vez hecho este peculiar ejercicio ambos irían a la cocina a tomar leche y bizcochos. Por la tarde se repetiría el mismo juego.
A la semana siguiente la madre telefoneó al terapeuta para decir que no necesitaba volver a terapia, ya que el chico se había comportado muy bien y no había tenido más berrinches. En posteriores oportunidades se comprobó que todo seguía bien y la profesora lo corroboró.

Otra hipótesis formulada en este caso fue que la madre actuaba de manera incompetente y desvalida como una forma de elevar la posición del padrastro en la familia, en particular con respecto al hijo. Cuanto más se lamentaba la madre de que su hijo era ingobernable, más competente y eficaz parecía el padre frente a este, ya que no tenía ningún problema para controlarlo. La negativa de este a que internasen al chico en el hospital y su enfrentamiento con el personal robustecieron aún más su condición de jefe de la familia.
Con la intervención propuesta se mantuvo la posición del padre y se procuró una conducta más idónea para la madre. La terapeuta brindó a la madre un foco cariñoso y lúcido en torno del cual relacionarse con su hijo. Como resutado de esto ella puedo resolverse en una nueva esfera de la interacción (con sus simulaciones, sus besos y abrazos, y la leche y los bizcochos) sin entrar en competencia con el padre ni minar su posición.
Este caso nos demuestra una vez más que los problemas de los niños muchas veces se resuelven si se cambia el marco en el que se desenvuelven. Lejos de fijar el foco en el síntoma del chico y con ello generarle aún más la sensación de diferente y con ello producir un efecto etiquetado en el que el chico consiga ventajas por su problema; en este caso se ha trabajado en la interacción, dando instrucciones a la madre, para que así cambiase la manera de relacionarse y de esta manera anular el síntoma.
Extraído de Terapia Familiar Estratégica. Ed.: Amorrortu
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